Hoy en recuerdos del ayer; hablaremos sobre las tierras altas y fértiles de Atescatempa, Jerez y Yupiltepeque, se cultiva una tradición que ha perdurado por generaciones… el café. Entre los pequeños caminos y montañas, nacen los cafetales que, con dedicación y trabajo arduo, han logrado no solo sostener familias, sino también crear un impacto a nivel local, nacional e internacional.
La cooperativa cafetalera de estos tres municipios es un ejemplo de unión y esfuerzo colectivo. Fundada con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los caficultores locales, esta cooperativa ha permitido que pequeños productores unan fuerzas para llevar su producto a mercados más grandes, asegurando una mejor comercialización.
El café cultivado aquí no solo se queda en Guatemala, sino que ha cruzado fronteras. Desde los mercados locales hasta las mesas en el extranjero, el sabor único de este café se ha hecho un nombre. A través de los años, el apoyo mutuo y el compromiso han llevado a estos productores a competir en el ámbito internacional, manteniendo siempre su esencia y calidad.
Con un proceso artesanal y sostenible, el café de Atescatempa, Jerez y Yupiltepeque es más que un producto, es un legado. Un legado que nace de la tierra, se nutre con el esfuerzo y florece gracias a la cooperación. Así es el café de nuestros municipios… fruto del trabajo y de la visión de quienes, unidos en una cooperativa, han sabido transformar sus sueños en una realidad que hoy trasciende fronteras. Un recuerdo de ayer que sigue vivo en cada taza servida.